Mi primera historia...

Por TicoPajero.

Lo confieso de una vez, desde muy niño he sido un gran templado, y mis primeras experiencias en mi autoexploración se dieron gracias a unas revistas de mi papá, las cuales las tenía bien resguardadas en un armario bajo llave, pero no contaba con mi ingenio jijiji... mis padres en ese tiempo trabajaban los dos, y me dejaban mucho tiempo con la muchacha de la casa, por lo cual yo me encerraba en la habitación de mis padres y forzaba la cerradura de la gabeta prohibida, y mi sorpresa la primera vez que pude observar las imágenes que presentaban... yo para esa época estaba en segundo grado de la escuela... las revistas eran de corte educativo en el sentido en que venía explicitamente posiciones, métodos glosarios, todos muuuuy bien ilustrados por fotografías.

Podrán imaginarse la impresión que me dió al ver esas enormes vergas penetrando culos y vaginas!!! wow tuve una sensación increíble y empecé a leer, me encuentro con un artículo de cómo practicar el (onanismo) una palabra castradora para referirse al sobo, y yo ni lerdo ni perezoso, bajo mi panta, saco mi verga y empiezo con la exitante tarea huuuuyyyy la tenía bien parada!!! me invadió un sentimiento de temor claro, por lo prohibido, por haber forzado la cerradura con una tijera para uñas, por estar en la cama de mis padres con la panta por la rodilla y mi verga en la mano subiendo y bajando con insertidumbre, mucha exitación, recuerdo que mi corazón bombeaba al máximo!!! no tardé mucho tiempo más cuando sentí un escalofrío desde la punta de mis pies que me estremecía al recorrer mis piernas y dejarlo escapar con un quejido al llegar a mi boca, Fué sensasional!!! debo decir que de mi pichita no salió ni una gota de nada, era demasiado niño jijiji luego de eso, me la seguí sobando tres, cuatro o cinco veces al día, hasta llegaba a hacer maratones de sobos en los que podía llegar a las catorce veces por día o más, pasó el tiempo, no mucho por cierto, cuando me regué por primera vez, apenas unas gotitas de leche me salieron y me sentí muy feliz.

Ha pasado el tiempo y a mis treinta años no dejo desobármela por nada, me encanta la sensación de mi picha en la mano que ni me cierra y como buen templado que soy me doy un sobito mañanero y por lo menos otro o un par antes de dormir, QUE BUENO!!!